PREMONICIÓN
Papá podría estar
muerto,
llorado sobre una
cama,
vestido de negro,
sin olvidar el
sombrero.
Se llevaría pedazos
de tierra entre las
uñas.
Sonreiría así –dormido–
metido en una caja.
¡Y yo que le he
llorado tantas veces!
Porque papá se muere
en todas mis infancias
y como todo muerto,
levanta la cabeza si
lo recuerdan,
camina hacia atrás
hasta encontrar la
cama
en la que lloran sus
hijos.
Me vuelve a
engendrar entre sudores
me amamanta con su
teta seca
y yo que aún palpito
suspiro pensando en
que mi padre
podría estar muerto
y hoy no ha recibo
mi llamada.
TIJERAS
Mi madre está
partida
Solo la mitad me
ama.
La otra, mi madre,
el mismo día que me
vio nacer
me cortó con
tijeras.
A veces la miro
con ojos grandes y huérfanos.
Solo a veces la
reconozco,
cuando me escucho
cantando una canción de cuna.
TRAJE DE FIESTA
Cada día termina
cuando el sueño se
apiada de mí.
Antes,
es un rito de gestos
y miradas
en escenarios
definidos
por el nombre del
día.
Jueves,
mañana seré la de
las Converse rojas.
CHAT
A las 5 de la mañana
resulto ser
solo la pretensión
de la noche anterior.
Así que uno
desaparece
y ¡listo!
Queda el registro de
las letras
dando vueltas en la
pantalla.
¡Se puede morir
tantas veces!
AGUACERO DE TRES DE
MAYO
Hoy Cartago no se ve
en el reflejo de las ventanas, pero todas las puertas están abiertas. Los
vecinos sacan la cabeza y estiran los cuellos atisbándole el nivel al agua.
Rezan para que esta vez la alcantarilla sirva para algo. Luego rezan para que
el agua llegue sólo a la sala. Después para que salve el sillón floreado.
Son las cinco de la
tarde y las brumas nos juegan malas pasadas perdiéndonos el Irazú. Mientras,
serpentea la fila haciendo vaho de mufla y tomando distancia por olfato.
El kilómetro de
siempre a casa se suspende en el reloj azul sobre la muñeca. Afuera transcurre
todo, yo estoy adentro y debajo el asfalto tiene caprichos de animal vivo. Abre
el hocico y trata de tragarse mi llanta izquierda de un bocado, escupe bolsas
de basura y mira a los perros entrar persignándose a las iglesias.
Seis eternas.
Manejar por tacto es la próxima inclusión en mi curriculum vitae.
Para estas alturas
fumarse un cigarro no agravaría la situación. El parabrisas siempre empañado se
inventa un sol, casa, conejos y un árbol prendido en preescolar. Tronco y
garabatos a un solo dedo y con ojos cerrados.
Siete menos diez. El
radio se declara en huelga y John deja de cantar “let it be…” justo cuando yo digo “beeeeeeee” y arrojo humo por la
boca. No sé a qué hora empecé a llorar por mis sillones.
Karla Sterloff (San José, Costa Rica, 1975) estudió Psicología y Ciencias de la Educación. En el 2008 obtiene el primer lugar del Concurso Centroamericano de Cuento de la Asociación Costarricense de Escritores, y en el 2009 obtiene Mención de Honor en este mismo certamen. Con Especies menores, de donde se sustraen estos textos, gana el I lugar en el Concurso de Poesía convocado por la EUCR en el 2011.
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